El Circo de los Niños y No Tan Niños: Movimiento, Magia y Comunidad en San Pancho, Nayarit.
- HonkytonkMagazine
- 27 jul
- 5 Min. de lectura
Cuando el arte escénico es también un acto de resistencia.

¿Qué sucede cuando juntas acrobacias, danza, teatro, música en vivo, hula, tambores, risas, trabajo en equipo y resiliencia? El resultado no es solo un espectáculo multidisciplinario, sino una experiencia transformadora que nos recuerda el poder del cuerpo como herramienta de expresión, sanación y comunidad.
La cultura colectiva de San Pancho, Donde el arte se convierte en transformación.
San Francisco, Nayarit — conocido cariñosamente como San Pancho— no solo es playa y atardeceres dorados; es también cuna de uno de los proyectos comunitarios más inspiradores de la región: el Circo de los Niños. Fundado en 2011 por Gilles Ste-Croix, cofundador del Cirque du Soleil, y su esposa Monique Voyer, este circo no es como los demás.
Aquí no hay animales ni espectáculos comerciales, sino niños, adolescentes y jóvenes que exploran su cuerpo, su voz y su creatividad a través de la acrobacia, los performances, el teatro, la danza, el malabarismo y la música.
Lo que comenzó como un taller comunitario se ha convertido en una verdadera escuela de arte circense que funciona como semillero de talento, disciplina y autoestima. En cada ensayo y en cada presentación, se cultivan valores como el trabajo en equipo, la resiliencia y la confianza en uno mismo.
Más allá del escenario, el circo es una herramienta de transformación social, un espacio seguro donde niñas, niños y jóvenes se sienten vistos, apoyados y empoderados.
Los espectáculos que montan cada año no tienen nada que envidiarle a los grandes escenarios: son el resultado de meses de esfuerzo colectivo, de luces que se encienden para contar historias, de cuerpos que vuelan pero también de corazones que se elevan. Este circo ondea una bandera cultural, y en cada función se siente el eco de una comunidad que cree en sus nuevas generaciones.
La noche del Sábado 18 de junio en San Francisco, Nayarit (San Pancho), se presentó un show con causa a beneficio de El Circo de los Niños, colectivo que días antes sufrió un robo que los dejó prácticamente en ceros, justo antes de su función anual de fin de temporada.
Sin embargo esto no es motivo para apagar el alma circense de sus artistas y acróbatas.
Con talleres abiertos para la comunidad, este colectivo ha construido un lugar de encuentro y crecimiento a través de las artes escénicas: hay cuerpos que cuentan historias, emociones que se mueven, y una comunidad que se abraza a través del arte. El circo contemporáneo —a diferencia del tradicional— prescinde del uso de animales y se enfoca en lo humano. Cuerpos que vuelan, saltan, giran y conmueven, iluminados por la escenografía, el vestuario y una narrativa que nace desde lo más profundo.
Cultura autogestiva: el valor que no siempre se ve.
En un mundo donde el arte suele percibirse como lujo o pasatiempo, los espacios de autogestión cultural levantan la voz para recordarnos que también son trabajo, economía local, formación de espacios públicos críticos y diversidad cultural. Cada función implica horas de ensayo no remuneradas, recursos propios, esfuerzo colectivo y mucha pasión. Apoyar este tipo de proyectos no es un favor: es una inversión en una forma de hacer cultura desde abajo, con propósito de acercar a las nuevas generaciones, a otro tipo de desarrollo infantil y juvenil más involucrada a las artes y a la cultura.
Una noche de calor, dulces y emociones que vibraron en el aire.
Con un donativo de $100 pesos por ticket, y una divertida fuente de sodas donde el público podía recibir palomitas, dulces y aguas frescas —un respiro dulce ante el calor tropical de San Pancho.
Pronto el lugar se llenó de expectativa: público atento, organizado, deseoso de ver el show comenzar.

La noche inició con una delicada presentación del equipo aéreo. Usando camisas blancas que podríamos interpretar como el disfraz que oculta la falta de soltura y la rutina del agitado, dìa a día y que muchas veces no nos hace disfrutar del cuerpo y del movimiento como forma de expresión. Los artistas vestidas de blanco danzaron preparando el cuerpo con una sutil danza para precalentamiento necesario para estirar el cuerpo y así subirse a los aros y flotar en el aire con movimientos que encarnaban fuerza y sensibilidad femenina. Una danza entre el control corporal y la gracia poética.

Entre tenues luces apareció una joven artista en muletas, entro sonriente algo apenada y nerviosa con una tristeza y queja transpirada en frustración por su cuerpo lesionado. Sin embargo eso no fue pretexto para que nos regalara un performance acompañado de un inspirador monólogo teatral, donde nos sumergió a la introspección del sentimiento provocado por una incapacidad motriz en el cuerpo de un artista. Dicho acto nos dejo pensando con mucha empatía sobre lo poderoso y bello que es la máquina del cuerpo como sustento del ser humano y que cuando este enferma, el estrés nos puede hacer caer a un hoyo o un bloqueo de sobre pensamientos en nuestra mente que autosabotean y nos limiten a no encontrar la salida, provocando el olvido de nuestra propia vulnerabilidad humana, de resiliencia, y de cómo el cuerpo puede convertirse en autosanaciòn, herramienta de expresión, de terapia. Conectando con el cuerpo y el poder dentro de ti, el coraje y la resistencia resurge dando pie a otra creatividad que no nos paralice.
El artista independiente Adán Cano, hipnotizó al público con su performance. Una mezcla de danza contemporánea, con limpios y sutiles movimientos de flexibilidad que reequilibraban el ímpetu y fuerte paso de su presentación con su herramienta artística de poder: el hula.
Transformó el salón en una vibración llena de precisión, libertad, fuego y sensibilidad escénica. Su presentación fue un viaje de pasión, técnica y alma. La naturalidad del movimiento de un artista muy conectado con su propósito.
Su energía llenó el espacio, recordándonos que el arte también es gozo, disfrute del juego en movimiento y entrega absoluta que llena el alma.
Tambores, vibraciones y la voz de la comunidadç
La iluminación, luces rojas de fuerza y presencia mezcladas con un poco de azul misterio, dieron entrada a una imponente presentación llena de pasion y espiritu de los bailarines y sus palpitaciones rítmicas acompañados del rugir de los y que sin duda inyecto demasiada energía en todos los presentes.
Una vibración colectiva, un latido compartido. Cada golpe de tambor se sintió como un rugido de fuerza comunitaria, una furia transformada en movimiento donde danzar con el corazón y hacerlo sonreír puede mover el mundo.
El evento se cerro con la presentacion de los los niños acróbatas. Niñas y niños entre 6 y 16 años mostrando todo lo que el trabajo semilla en una generación donde el movimiento y las artes es crucial para un optimo desarrollo mental, físico y social y emocional también. La disciplina y la constancia pueden lograr que algo que parece imposible de realizar deje de ser un limitante mental en el desarrollo de un niño u adolescente. Sus saltos, figuras y movimientos fueron un recordatorio poderoso del valor de estos espacios como semilleros de creatividad, confianza y colaboración.

Apoyar lo local es creer en el futuro
Proyectos como El Circo de los Niños no solo necesitan ser vistos: deben ser compartidos, valorados y sostenidos. Son propuestas que promueven la salud emocional, la creatividad, la expresión libre y la cohesión comunitaria.
Porque cuando el arte nace desde abajo y se sostiene con amor, trabajo y autogestión, se convierte en una verdadera herramienta de transformación social.
Apoyar el circo contemporáneo también es apoyar la infancia, el arte, la comunidad y la esperanza por una comunidad en búsqueda de mejores convivencias sociales y culturales, algo que el mundo necesita urgentemente.




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